Nos levantamos pronto, desayunamos dentro, hacía fresquito. Este año el tiempo está muy raro, las temperaturas no son las que se corresponden con el mes de julio, pero para nosotros estupendo, pese a que por las mañanas está un poco frio.
Nos preparamos y nos fuimos a la conquista de Lisboa, en el famoso bus 714, que como os comenté sale de la puerta del camping y te deja en la plaza de la Figueira. Hoy nuestro destino es el barrio alto y el "Chiado".
Lo primero era ver como podíamos subir, para lo que pensamos en utilizar un elevador o hacer lo que había leído en internet...más barato (por cierto) utilizar la entrada del metro "Baixa-Chiado", que es una estación doble del Metro de Lisboa, donde se conectan dos líneas: la Línea Azul y la Línea Verde. Está entre las estaciones de Rossio y Cais do Sodré de la Línea Verde. Además, es la estación terminal de la Línea Azul. Aunque los andenes de embarque de las dos líneas se localizan lado a lado, se inauguraron en fechas diferentes; el de la Línea Verde el 25 de abril de 1998 y el de la Línea Azul el 8 de agosto de 1998.
Esta estación, se localiza en la colina do Chiado, bajo la Rua Ivens, entre el Largo da Academia Nacional das Belas Artes y la Rua Garrett y mediante una escalera mecánica que está funcionando siempre, posibilita el acceso a la Baixa Pombalina y al Chiado, y es una de las más concurridas de la red. El proyecto arquitectónico es de la autoría del arquitecto Álvaro Siza Vieira y las intervenciones plásticas del pintor Ângelo de Sousa.
Salimos del metro y allí estaba El Chiado que es uno de los barrios más tradicionales de la ciudad de Lisboa. Se encuentra entre el Bairro Alto y la Baixa. En esta zona se solían reunir los intelectuales portugueses de finales del siglo XIX y principios del XX. En esta zona nació, y actualmente posee una estatua, el poeta portugués Fernando Pessoa, el cual está situado justo delante de "A Brasileira" que se hizo famosa por la venta de "café real de Brasil", un producto mucho menos apreciado o incluso evitado por las amas de casa lisboetas por aquel entonces.
Adriano Telles, fundador da Brasileira do Chiado, había vivido en Brasil e importava o café sem dificuldades, así como otros productos como la guayaba, tapioca, amenaza, té y harina, y una gran selección de vinos y aceites de oliva . Em 1908 hace decide reformar la tienda, para adaptarla a cafetería. Entramos dentro para verla y tiene cosas curiosas como la decoración y existe un kiosko dentro de la cafetería que apenas tiene espacio para estar de pie, sin moverse...
Con la autorización de reunión y asociación proclamadas por la República Portuguesa, em 5 de Outubro de 1910, A Brasileira se convierte en uno de los cafes más concurridos de la ciudad.

Un poco más arriba está el Elevador de Santa Justa, también llamado Elevador do Carmo, es un ascensor que une los barrios de la Baixa Pombalina y el Chiado. Se levanta sobre la calle de Santa Justa y enlaza este céntrico paseo con la Praza do Carmo. Hoy en día a perdido su funcionalidad ya que todo el mundo utiliza las escaleras mecánicas, por las que fuimos nosotros. Es un ascensor que fue diseñado por Raoul Mesnier de Ponsard, que también se responsabilizó, en esta misma ciudad, de la construcción del Elevador do Lavra. No está probada la relación de este ingeniero con el famoso Gustave Eiffel. Sólo se sabe que el ingeniero Raoul Mesnier y el arquitecto francés Louis Reynaud aplicaron en estos elevadores algunas de las técnicas y materiales ya utilizados en Francia.
La construcción del ascensor comenzó en 1900 y finalizó en 1902, siendo inaugurado el 10 de julio. Inicialmente funcionaba con vapor, siendo sustituida la maquinaria original el 6 de noviembre de 1907 por motores eléctricos.
Su altura es de 45 metros. La estructura metálica, enteramente de hierro, fue construida por una empresa con sede en Junqueira. La decoración es de estilo neogótico, con un diseño diferente en cada uno de sus niveles. Los dos ascensores de su interior están revestidos de madera y pueden albergar 24 personas cada uno. Al último nivel se accede a través de una escalera helicoidal que termina en una terraza desde donde se puede admirar una panorámica de la ciudad con el Castillo de San Jorge, la plaza del Rossio y el barrio de la Baixa. Este ascensor es uno de los ejemplos más representativos de este tipo de arquitectura en Portugal.
Al lado justo nos encontramos el Convento de la Orden del Carmen y que se encuentra en una posición privilegiada, al lado del Rossio y con inmejorables vistas al Castillo de San Jorge, al igual que el elevador. Nos llamó la atención que delante de la puerta, en la plaza había un policía, con pocas ganas de informar, aburrido y dedicado a vigilar... supongo que el edificio.
La iglesia del convento, que era la mayor iglesia gótica de la ciudad, quedó en ruinas debido al Terremoto de 1755 y es uno de los principales recuerdos del desastre que asoló la capital portuguesa. Actualmente, en las ruinas se encuentra el Museu Arqueológico do Carmo (Museo arqueológico del Carmen).
Tras una buena vuelta, por el Barrio Alto, decidimos volver por donde venimos y ir directamente a tomarnos un chupito de Grinjinha y comprar un botella para llevar. Está siempre lleno y el dueño es simpático como el culo de un mono, pero ya se sabe que no se puede tener todo...
Por lo que podéis ver nuestro reportaje gráfico es extenso, casi ponemos más fotos que letras, pero una imagen vale más que muchas palabras...Bueno una vez repostado, decidimos hacer una visita el monumento de Camoës, volvimos a ver la Estación do Rocio, con su original puerta y nos fuimos rápidito a coger el travía número 28, para hacer la ruta turística que todo el mundo recomienda.
Antes hicimos un alto en la Iglesia de San Domingos, que creo que fue uno de los monumentos que más no impacto, su contrucción data del siglo XIII, siendo célebre por albergar en su interior parte del pañuelo de la pastorcita Lucia y la tercera parte de un rosario de la pastorcita Jacinta, usados por ellas cuando se dió el milagro del sol, el 13 de mayo de 1917.
Esta Iglesia pertenece al convento del mismo nombre, ubicado en el barrio de Santa Justa de Lisboa. La primera piedra de la iglesia se colocó el 1241, y desde entonces sufrió sucesivas campañas de restauración y ampliación que le alteraron su trazado medieval por completo.
Su estilo arquitectónico es, pues, una mezcla de 2 periodos diferentes e influencias que la moldearon, entre las cuales destacan la de 1748 con la reforma de la capilla mayor por el arquitecto João Frederico Ludovice, el hombre que proyectó la maravilla de Mafra, y posteriormente (tras el terremoto de 1755 que casi la derribó por completo) la obra de reconstrucción de Manuel Caetano de Sousa. La portada fue reaprovechada y provino de la capilla real del Palacio da Ribeira, así como el voladizo que se situa encima de la fachada. En 1959, un violento incendio destruyó por completo la decoración interior de la iglesia, donde constaban altares de talla dorada, imágenes valiosas y pinturas. Se llevaron a cabo continuas obras de reconstrucción y se reabrió al público en 1994, sin esconder las marcas del incendio, como las columnas agrietadas. Aunque destruida, es una iglesia que sobresale por la policromia de sus mármoles. Sobresalen, pues, elementos Manieristas y Barrocos, entre otros menos notorios.
Esta iglesia barroca, de planta de cruz latina, tiene una fachada muy simple y el interior, incluso tras el terremoto y el incendio, evidencia aún gran belleza y eclecticismo. Es una iglesia de una sola nave, majestuosa. La sacristía y el atrio aún muestran un poco de sabor manierista, denotando las diversas campañas de obras de las que fue blanco en su historia. El mismo estilo se puede ver en las tumbas y en los zócalos de azulejos de punta de diamante en la sacristía. Esta iglesia tiene aún una cripta abovedada y revestida con frisos de azulejos, donde está el sepulcro de D. João de Castro, capellán de D. João.
En el Largo de São Domingos hay un muro en el cual está escrito, en 34 idiomas, la expresión “Lisboa, Cidade da Tolerância”. El lugar es un tradicional punto de encuentro de extranjeros, principalmente africanos, en Lisboa. En el lugar también encontramos 2 esculturas, homenajes al catolicismo y al judaísmo. Este último recuerda la Masacre de Lisboa de 1506, en la cual cientos de personas, sospechosas de ser judias, fueron masacradas el 19 de abril de 1506
Con las sorpresa de los visto, decidimos ir a la parada que estaba en la Plaza Martín Moniz, que es la primera del tranvia 28, para coger sitio y poder disfrutar del paseo. El precio tampoco es barato ya que cada uno paga 2,5 euros. Duró casi una hora y te lleva de la baixa hasta la basílica da Estrela, volviendo paralelo al río. Un tremendo paseo, que no nos quisimos perder, aunque como veréis, teníamos pensado una pequeña locura para la tarde, pero eso lo contaremos más tarde.
Vamos pasando por el barrio de Alfama y nos sorprende como puede subir con tanta facilidad este tranvia, a veces parece que se queda, pero no sigue subiendo. Otras veces pasa tan cerca de las casas que parece que se va a quedar encajado...es un autentico expectáculo y vale el dinero que hemos pagado.
Cuando llegamos a la altura de la Basílica da Estrela (en lengua castellana, Basílica de la Estrella) nos bajamos del travía. El origen de la iglesia data de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando D. Maria I, hija de D. José I, hizo voto de que construiría una iglesia si tenía un hijo que heredase el trono portugués. Su deseo fue satisfecho y la construcción de la Basílica, se inició en 1779. Aún así, el hijo José murió de varicela dos años antes del fin de su construcción, en 1790.
La enorme iglesia, com una cúpula, situada en una colina en la zona oeste de la ciudad, es una de sus mayores referencias, visible desde casi cualquier punto en la distancia. La Basílica fue construida por arquitectos de la Escuela de Mafra en estilo barroco final y neoclásico. La fachada está enmarcada por dos torres gemelas y decorada con estatuas de santos y figuras alegóricas.
El amplio interior, de mármol gris, rosa y amarillo, iluminado por aperturas en la cúpula, infunde respetuoso temor. Varias pinturas de Pompeo Batoni adornan el interior. La sepultura estilo império, de D. Maria I, que murió en Brasil, está en el transepto derecho. En una sala interior se puede contemplar un extraordinario pesebre de Machado de Castro, formado por más de 500 figuras de corcho y terracota.
Es hora de comer, por lo que nada mejor para comer que el jardín que tenemos enfrente de la iglesia, que además lleva el mismo nombre. Buscamos un sitio fresquito cosa fácil, donde disfrutar del bocata y de la tranquilidad.
Mirando en el mapa, decidimos buscar postre y que mejor delicia que los pastéis de Belén... sí...sobre el mapa calculamos que podíamos tardar una hora y pico...le preguntamos a jardinero del parque y nos dijo que por lo menos una hora y pico y pese a que la gente suele ser reacia a caminar y todo lo hace en coche...¡¡¡acertó¡¡¡
El primer tramo es una cuesta abajo, en busqueda del río Tajo, nosotros no tenemos problema pero Marta y Álex que tienen 9 y 8 años pese a su corta edad, se comportaron como campeones. Fue interesante ver esta parte de Lisboa, con sus barrios y por cierto poco movimiento, por las calles.
En nuestro recorrido nos encontramos una casa muy célebre en Lisboa, el palacio de Belén o el Palacio Cor de Rosa, que allá por el año 1559, el Conde de Aveiras construyó en Belem cuyos jardines tenían hermosas vistas al río Tajo. En el siglo XVIII, el rey João V adquirió este palacio y lo reformó, agregando nuevas salas y pabellones y decorándolo profusamente. Se dice que aquí el rey solía concertar sus encuentros amorosos clandestinos, aunque normalmente la familia real solía utilizarlo como lugar de retiro. Cuando ocurrió el terrible terremoto de 1755, la familia real se encontraba disfrutando de un día de descanso en el palacio de Belem y por ello logró sobrevivir.
El Palacio de Belem es la residencia oficial del presidente desde 1911, luego de la proclamación de la república. Se encuentra frente a la Praça Afonso de Albuquerque, que conmemora al primer virrey portugués de las Indias. En esta sencilla plaza fue erigida una columna neomanuelina en cuyo pedestal hay relieves que relatan la vida del virrey.
Los patios y las numerosas salas del palacio evidencian claramente su pasado de residencia real. Apenas pasada la entrada, se encuentra el Pátio das Equipagens, las antiguas caballerizas donde los invitados dejaban sus carruajes. La entrada principal es precedida por el Patio dos Bichos (patio de los animales), donde se encontraban las jaulas en las cuales se podían admirar antiguamente los animales exóticos traidos de Africa.
Ya en el interior, las hermosas salas dan cuenta de una decoración profusa. Entre las más impactantes se destaca la Sala Dourada, con un impresionante cielorraso pintado del siglo XVIII, donde una figura alegórica central es rodeada por cuatro medallones y adornos tallados en dorado. En una pequeña capilla junto a esta sala fueron bautizados Manuel II y su hermano Luis Felipe.
En la Sala Imperio, decorada con muebles en ese estilo, también llamada Sala Verde se exponían los retratos de los presidentes portugueses antes de ser transferidos al Museo de la Presidencia, instalado actualmente en una de las alas del palacio. La Sala Azul o Sala de los Embajadores también destaca por su hermoso cielorraso y en la actualidad es precisamente el lugar donde se recibe a los representantes del extranjero. Comunicando con esta sala se encuentra el gabinete de trabajo del presidente, que fuera en otros tiempos lujoso dormitorio real. En la sala donde actualmente se reune el Consejo de Estado, la reina María II había arreglado una sala de baile para las reuniones más íntimas de la corte.
Uno de los espacios abiertos al público en el palacio es el Museo de la Presidencia de la República, donde se expone material relacionado con los sucesivos presidentes de Portugal, así como con la historia del Palacio de Belem, el cual sólo puede ser visitado en forma grupal (dirigido especialmente a grupos escolares) y concertando una cita con anterioridad.
Seguimos paralelos al Tajo, hoy hace por cierto bastante calor y se agradece las sombras. Llegamos a nuestra querida pastelería y tras esperar un poco llegó el famoso bus 714 que nos dejó a la puerta del camping.
Toca piscina y solete, tenemos una hora y media antes de que cierre. Los niños ya tienen amiguitos en el camping, son unos vigueses y otros de sevillanos. Estos últimos vienen para estar una semana en Lisboa, les comentamos que tiempo de sobra para conocer la ciudad.
Hoy ya no hace tanto fresquito, cenamos juntos fuera en las mesas de madera que tienen todas las plazas. Toca arroz hecho por Marta y huevos fritos. Bueno también hay media hamburguesa. Estaba todo rico, rico y lo mejor fue fácil.
De postre, tomamos los maravillosos pastéis de Belén, con un chupito de Grinjinha (sólo para los mayores). Nos vamos para cama son ls 11:30, mañana nos vamos de esta maravillosa ciudad, nos ha encantado. Nuestro destino el Algarve...
Todos estamos decididos a volver a Lisboa.
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